- Descubrir la lectura como un elemento de disfrute personal.
- Fomentar una actitud reflexiva y crítica a través de la lectura.
- Despertar el interés del niño, del joven por los libros.
- Potenciar el acercamiento, con interés y curiosidad, hacia las historias transmitidas por escrito y oralmente.
- Potenciar y desarrollar la capacidad de la imaginación y la creatividad.
Me parece oportuno iniciar la entrada de hoy con esta serie de objetivos que toda persona que se dedique a la educación o toda persona que busque la manera de motivar a sus hijos o a otros niños y jóvenes, o incluso uno mismo en su propia persona, debe, debemos tener en cuenta. Y es que la lectura es una actividad que mueve emociones, sentimientos, permite viajar desde la imaginación por la historia en sí, permite descubrir nuevos horizontes. Esa es la magia de los libros, del acto de la lectura que debemos saber transmitir a los más pequeños, sobre todo.
Esta breve introducción con la que, como apuntaba, he considerado oportuno comenzar guarda relación con la fecha de hoy 2 de abril.
Tal día como hoy del año 1805 nació uno de los mayores representantes de la literatura infantil (así como de la literatura danesa) y uno de los "atractivos", motivaciones que puede tener una persona para adentrarse en el mundo de la lectura, de la literatura infantil. hago referencia a Hans Christian Andersen.
La vida de Andersen estuvo plagada de penurias y sinsabores (pobreza familiar, muerte del padre siendo joven y posterior abandono de la escuela por este mismo motivo, etc), mas también de alegrías, de viajes, de reconocimientos (principalmente por parte de la familia real) como el Título de Consejero de Estado, recibido por el rey de Dinamarca. Las diferentes situaciones que Andersen tuvo que vivir o que acontecieron en su país en aquella época se reflejaron en muchas de sus obras (La pequeña vendedora de fósforos, dedicada a su madre; El niño moribundo, el cuento El soldado, inspirado en uno de los soldados enviados a su país por Napoleón...).
El patito feo, La sirenita, El soldadito de plomo, El traje nuevo del emperador (cuento basado en la traducción de otro cuento realizado por Don Juan Manuel, que a su vez lo adaptó en su tiempo de literaturas orales anteriores) son algunos de los cuentos que escribió H. C. Andersen y que han pervivido en el tiempo merced a la tradición oral, a las adaptaciones realizadas, ya en el cine, ya en la literatura, a lo largo del tiempo transcurrido desde su publicación, y merced también a los valores transmitidos y que podemos encontrar en muchos de sus relatos.
Y desde 1967, coincidiendo con la fecha de nacimiento de H.C. Andersen un colectivo sin ánimo de lucro, de nombre International Board on Books for Young People (u Organización Internacional para el Libro Juvenil), fundado en Zurich en 1963 y formado por asociaciones y personas de todo el mundo comprometidas con la idea de promover la lectura en los niños de promover el encuentro entre estos y los libros, promueve la celebración del Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil
Esta organización, incorporada a la UNESCO y a la UNICEF, insta a la promoción y producción de libros para niños y concede cada dos años en honor a Andersen el Premio Hans Christian Andersen de literatura infantil.
Debo confesar que mi desconocimiento es amplio en este terreno de la literatura infantil, de los cuentos para niños, pero ponerse al día es y será una de mis motivaciones para seguir adelante en mi camino como lector, en mi senda de formación educativa. Aún así recomiendo la visita de un blog, de una página web realmente interesante de reseñas de literatura infantil y juvenil. Se trata de literatil.
En materia de literatura para jóvenes puedo citar algunos autores y/u obras que recomiendo especialmente como Laura Gallego, y sus novelas de corte fantástico (como la trilogía de Memorias de Idhun), Andreu Martín y Jaume Ribera, con Flannagan a la cabeza; Maite Carranza, el incombustible Jordi Sierra i Fabra, César Menorquí y un largo etcétera.
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