viernes, 18 de abril de 2014

Adiós a un referente. Adiós a un grande. Adiós, Gabo, adiós...



       Difícil resulta siempre redactar para su posterior publicación una entrada sobre algún tema en concreto del amplio universo de las letras, de los libros, y darle cierto toque de calidad (consiguiéndolo mínimamente  en ocasiones). Más aún cuando la cuestión a abordar guarda relación con uno de los referentes indiscutibles del panorama literario internacional, uno de los grandes escritores del siglo XX e inicios del XXI. 

    El mundo de las letras, del periodismo, ha vuelto a perder a uno de sus referentes. Ayer, jueves 17 de abril de 2014, falleció el colombiano Gabriel García Márquez.

   Poco puedo apuntar de este gran escritor -ganador en 1982 del Premio Nobel de Literatura, representante del realismo mágico (siendo su obra Cien años de soledad su exponente más claro), y autor de obras que siguen a día de hoy marcando el paso de numerosos lectores- que no se haya apuntado en las últimas horas en los diferentes medios de comunicación de todo el mundo que han comentado la noticia de su fallecimiento y han glosado, han expuesto las singularidades, los aspectos más representativos de sus obras, de sus ideas, de sus personajes literarios, de su Macondo.

   Recuerdo la primera vez que me enfrasqué en la lectura, como muchos estudiantes, de una de sus obras más representativas (Cien años de soledad). Recuerdo cómo en mis años de estudiante universitario en la Facultad de Filología volví en más de una asignatura a "caer en sus redes", a entender mejor su obra o algunas de sus novelas, a entender el amplio universo del realismo mágico. Recuerdo cómo, una vez acabada la carrera, y algunos años después, volví a él merced a Doce cuentos peregrinos y al primer volumen, libro,  de su autobiografía Vivir para contarla.

   Volver a sus páginas (me quedan obras por leer), volver a la lectura de aquellas novelas ya leídas tiempo atrás, entender con mayor fuerza el territorio  eterno de Macondo donde la imaginación, la realidad, el mito conviven, tal vez sea el mejor homenaje que se le pueda dar a este insigne escritor.

   
   ADIÓS, GABO, ADIÓS...



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