Autora: Júlia Navarro Título : Dime quién soy 1097 páginas Debolsillo ISBN:978-84-9032-343-4 |
En el amplio universo literario podemos encontrar todo tipo de obras, de mayor o menor calidad, de un número determinado de páginas, de distinto género o subgénero literario, que pueden entretenerte, ofrecerte dosis de reflexión, engancharte o simplemente aburrirte.
Si estuviésemos hablando en términos de sabores culinarios podriamos llegar a apuntar que en ese universo literario hay lecturas que te dejan un sabor dulce (aquellas novelas u obras que desde el primer instante te atrapan, te permiten "desplazarte" por la historia como si tú mismo fueras el personaje, ya principal, ya secundario de lujo); otras con un sabor amargo (aquellas en la que piensas si hacía falta o aquellas cuya lectura abandonas poco después de llegar a las primeras 20 páginas); y, finalmente, tendríamos un tercer grupo formado por aquellas novelas u obras que te aportan un sabor agridulce, pues te entretienen, sí, pero percibes, sientes algo dificil de explicar, como si no te convenciera del todo lo que estás leyendo o has leído hasta el momento.
La entrada del día de hoy está dedicada - claro está que es opinión personal y puede haber alguién con una perspectiva diferente- a una novela, Dime quién soy, de Júlia Navarro, que formaría parte de ese grupo de novelas de sabor agridulce. CIerto es que es una novela que me ha entretenido, pero a su vez no me ha legado a atrapar del todo, pues he visto o leído detalles que me han hecho dudar o cuestionar todo aquello (por ejemplo, cuestiono que Amelia Garayoa, la protagonista de la historia, haya tenido tiempo suficiente para vivir todo lo que ahí se expone, se explica).
Posiblemente uno esté algo mal acostumbrado a otro tipo de novelas históricas como las de Santiago Posteguillo o Ken Follet, por citar dos de los referentes, nacional e internacional, respectivamente, del género novela histórica del panorama actual.
Porque, ¿podría considerarse Dime quién soy novela histórica o best seller? Dificil respuesta, sí, pero - y ahí se iniciaría seguramente otro debate al respecto- creo que Júlia Navarro emplea diferentes hechos históricos (Guerra civil española, II Guerra Mundial, campos de concentración nazis, etc.) como recurso para dar forma a la novela, para que la historia en sí cobre fuerza, sentido.
Guillermo, el (caótico) periodista que intenta reconstruir la historia de Amelia Garayoa como antepasado suyo que es, y merced a un encargo recibido, es el personaje elegido por la autora para ser empleado como intermediario, como puente, para dar paso, a la reconstrucción de la vida de Amelia Garayoa a partir de la mirada histórica de los diferentes interlocutores con los que se va encontrando.
El retrato del siglo XX que se nos ofrece a través de esas vivencias, experiencias y de la mirada de Amelia es extenso. Podemos vivir a través de las páginas de la novela la época de la II República Española, los movimientos prebélicos de la Guerra Civil Española, la misma contienda bélica y las consecuencias del enfrentamiento entre unos y otros, la II Guerra Mundial, los campos de concentración nazis, el exilio, la guerra fría, etc. Y todos vividos por la protagonista.
Como indicaba anteriormente - y a mi modo de entender- no creo que sea una novela histórica en sí, sino una novela que gira alrededor de una serie de hechos históricos de prácticamente todo un siglo vividos en casi todo el mundo, pero especialmente en el continente europeo. Y todo esto, junto con las numerosas desgracias que padece Amelia, resta cierto interés, cierto punto de credibilidad, para todos aquellos lectores que igual buscan o esperan algo más.
Sí, todo es ficción. Todo es literatura, pero...
De todos los fragmentos que podría compartir aquí de la novela y que reflejarían cada uno de los momentos históricos del siglo XX que se contemplan en la novela y que Amelia Garayoa, como persona civil o como espía, a las órdenes o no de un servicio gubernamental, ha podido vivir, destacaría el siguiente:
" Yo tenía dieciocho años cuando me llevaron a Ravensbruck, en mayo de 1944. Mi madre era comisaría política y yo ansiaba serlo. También era una jovencísima comunista que adoraba al pobrecito Stalin, y que había destacado en las Juventudes Comunistas, ayudada por la influencia de mi padre, comisario político como mi madre.
[...]
Pero estoy contando lo que me sucedió a mí, y no es eso lo que ha venido a buscar; usted lo que quiere es que le hable de la española. Llegó a principios de septiembre del cuarenta y cuatro, estaba enferma y la destinaron a nustro barracón. La recuerdo muybien. Apenas podía andar, se notaba que no hacía mucho que la habían torturado. Casi no podía abrir el ojo derecho y tenía la cara amoratada por los golpes recibidos. Estba extramadamente delgada y tenía el cuello y la espalda surcada por las huellas de los instrumentos de tortura."
[...]
¿Por qué he elegido este fragmento de los muchos párrafos de la novela? Al llegar a ese punto en el que Amelia Garayoa es detenida por los nazis y llevada al campo de concentración de Ravensbruck (no sé si la periodista y escritora Júlia Navarro ha querido rendir un pequeño homenaje) recordé que hace algunos años una persona, galardonada con el Premi Català de l'Any, había vivido realmente la ingrata experiencia de ese campo de concentración, y cuyos recuerdos han sido novelados por Carme Martí, en Un cel de plom.
Hago referencia a Neus Català, la última superviviente catalana del campo de exterminio de Ravensbruck, pero su figura y la obra de Carme Martí merecen una entrada distinta en este blog...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Atrapado