domingo, 12 de enero de 2014

Va de joyas literarias



    De tanto en cuanto - ya por recomendación de alguna persona del entorno más cercano, por sugerencia de un seminario universitario (como es el caso) o por simple descubrimiento al pasear entre estanterías de librerías o de alguna biblioteca- uno se encuentra con alguna que otra joya lieraria, con alguna novela que aporta algo de frescura al panorama narrativo actual.

    Hay quien puede creer que calificar a un libro como joya literaria es una licencia que como lector me he atrevido a apuntar o una exageración que realizo, mas realmente merece tal distinción. Y es que pocas veces podemos encontrar o tener entre nuestras manos novelas de apenas 200 páginas- acostumbrados como estamos a que se editen y publiquen novelas que alcanzan o superan las 500- que te lleguen a cautivar, que como lector te sientas partícipe de la historia en si o como si estuvieras inmerso en las reflexiones que ahí se apuntan.

    Las lágrimas de San Lorenzo, de Júlio Llamazares, es una novela sencilla con cierto aire nostálgico, meláncolico, triste, de mirada hacia el pasado pensando en el presente.

     " Yo conzco este lugar porque viví en él algún tiempo. En una casa de campesinos abndonada por éstos cuando empezó la irrupción turística y la gente se trasladó a vivir en la costa. [...] La he visto antes, cuando veníamos, desde el camino que sube hasta esta colina ese cmanio de tierra que tatnas veces recorrí en la pequeña motocicleta con la que me desplazaba por toda Ibiza en aquella época [...]. Como siempre, me he preguntado si sus actuales dueños serían tan felices viviendo en ella como yo lo fuí en aquel tiempo.

          Fue hace ya un cuarto de siglo. Lo sé porque, al volver a verla, he hecho recuento de los años. ¡Veintiséis, la mitad de los que ya tengo! Pensaba que serían menos, pero siempre me ocurre eso cuando recuerdo.

 [...]

        Siempre me sorprende el tiempo. Más que el tiempo su fugacidad. Como una de esas estrellas que cada poco surcan el cielo perdiéndome para siempre, mi vida se va alejando a velocidad de vértigo de la memoria que conservo de ella. Mi vida y la de los demás. La de Pedro, por ejemplo, ya se desliza hacia su destino sin que yo me haya dado cuenta. Separado de él a la fuerza y sin posibilidad de verlo tatno como yo quisiera, apenas si he percibido que se ha ido haciendo mayor y que pronto abandonará la niñez.
[...]
        Luego vendrán las demás etapas: la adolescencia, la juventud, esa madurez  primera que también te sorprende un día cuando menos lo deseas y la esperas y, en fin, la definitiva, que es la que sucede a aquélla y que termina ya en la vejez.

[...]
     
      

      El paso del tiempo y las relaciones paterno-filiales son dos de los principales temas que en esta novela se abordan con el elemento en común de una acto simbólico como es la contemplación de las estrellas.
       La mirada del padre la vemos desde dos enfoques: como padre que acompaña en una situación vital simbólica - como es la observación del firmamento-, y como hijo pues él también- en otros tiempos en los que la vida y el trabajo en el campo formaban parte de lo cotidiano, del día a día- estuvo siendo niño acompañado por su padre.

     Y a través de esas dos miradas conocemos las inquietudes, lo vivido con anterioridad, las reflexiones que se hace o tiene como padre ante la cercanía de su hijo.

     Seguramente cuando tenga la oportunidad de releer esta novela encontraré algún detalle, alguna pincelada o reflexión que ahora me ha pasado desapercibido o no he sabido captar y se ha quedado instalado en la memoria a la espera que sea el momento adecuado para volver a aparecer.


      Título: Las lagrimas de San Lorenzo

        Autor: Júlio Llamazares

        Páginas: 191

        Año de edición: 2013

       Editorial Alfaguara

       ISBN: 978-84-204-1442-3

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